El poder de los silencios

Cuenta una leyenda que la muerte llego un día por la vida del ultimo marinero que vagaba solo en el barco luego de un naufragio; todos se habían ido poco a poco algunos luego del naufragio conservaron la fe, afirmaron que todo se solucionaría pero no fue así con el tiempo algunos se pegaron un tiro, otros simplemente se lanzaron por la borda y nadaron hasta ser devorados por los tiburones o las orcas; a otros los encontraron colgados en en sus camarotes todo mientras este ultimo hombre seguía ahí en silencio viendo todo pasar.

La muerte se regocijaba con las muertes una por una de los marineros sin embargo siempre conservaba la misma pregunta ¿Cuando le tocara a este? mientras seria de los otros al verlos morir.

Un día, cansada de esperar se acerco a este hombre misterioso que no producía ningún sonido desde el naufragio, que estaba inmóvil hacia ya mucho tiempo, que; parecía solo observar el caos, solo darse cuenta sin reacción alguna de lo que pasaba y le pregunto: 

-¿Cuando sera tu turno, marinero?; ¿Porque te aferras tanto a una vida sin sentido?- 

Solo hubo silencio, no respuesta, no reacción, no movimiento solo el golpear de las olas a los bordes barca y el crujir de la madera vieja que se estremecía con el ondear de la mar...

-¿Acaso me estas ignorando a mi?, ¿Tienes alguna idea de quien soy?- 

Sin respuesta nuevamente; esta se acerco un poco mas, solo hizo silencio esta vez y le miro de frente se concentro en verle fijamente tratando de encontrar alguna reacción del interrogado pero no había nada; siquiera un parpadeo pero nada, le toco y cuando lo hizo el cuerpo del marinero cayo desparramado hacia un lado y la silla donde este se encontraba por otro lado lo único que escucho la muerte fue el golpe sobre la madera pero algo también entendía. 

Ese era el primer muerto; se había concentrado y regocijado tanto, se había distraído tanto con el desorden y la locura de todos los despavoridos marineros por el naufragio que el único marinero silencioso y al parecer resignado se había escapado por un instante de la muerte; fue tanto el poder de el silenció que no escucho cuando ese corazón; dejo de latir.

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